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Jesús Gallego Montero

 

 

Curso de Silenos

 

 

 

 

© Jesús Gallego Montero

© CURSO DE SILENOS

 

ISBN digital: 978-84-686-9212-8

 

Editado por Bubok Publishing S.L.

 

Impreso en España / Printed in Spain

 

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A Leyre,

cuyos desvelos forman parte de estos versos.

 

 

 

 

“¿Por qué, divino Sócrates, a este joven

lo agasajas tanto? ¿No conoces algo más grande?

¿Por qué lo contemplas con amor

igual que contemplamos a los dioses?”

—Quien piensa hondo, ama lo más vivo;

después de haber mirado bien el mundo

comprendemos lo que es la virtud.

Y muy a menudo los sabios

terminan prendados de lo bello.

Hölderlin, “Alcibíades y Sócrates”.

 

 

 

“In School

All thoughts got combed out

What was left was like a field”.

John Ashbery

 

 

 

 

 

 

LOS DESEDUCADOS

 

LOS SILENOS DE ALCIBÍADES

 

 

 

En septiembre comienza mi año nuevo

no sé si lo sabéis,

con mis propósitos de enmienda

y mis nefastas tramas de ser joven.

 

No sé si lo sabéis,

en septiembre aparecen

soltando el lastre del verano,

envueltos en su rústica corteza,

como aves admirables de futuro.

 

No sé si lo sabéis,

en septiembre jamás se inclinan cuando llegan

ante el silencio hipócrita

de aquellos que saludan y veneran

el déspota ejercicio del poder.

 

No sé si lo sabéis,

en septiembre me miran los silenos

buscando el punto débil del soberbio

en mi voz, en mi ropa de burgués,

en mi retórica banal de actor,

en mi severo engaño de tirano.

No sé si lo sabéis,

en septiembre envejezco,

 

pero mi voluntad de ser un hombre,

mi condición de ser

más allá de la hipócrita mentira,

mi fracasada lucha por cerrar

las trampas de la vida,

mi exploración, como un imán,

del otro, el que se oculta

bajo el alegre rostro del sileno,

en septiembre, siempre en septiembre,

no sé si lo sabéis,

rejuvenecen.

 

LA MORDAZA
(variación sobre un poema de luis cernuda)

 

 

 

Mucho antes de preguntaros

por la defensa de la nada,

los señores vientres sentados

amordazaban vuestras bocas

con el azufre de su verbo.

Tras el bozal se oyó un gemido

como de viento encarcelado.

Fuera miraban su moral,

libre del viento de la calle,

con los ojos llenos de plomo,

los señores vientres sentados.

Como turistas controlaban

la tranquilidad de su acuario,

reino del silencio de Dios,

y su deseducación sorda

amurallaba los gemidos

de la libertad, oh, excelentísimos

vientres y traseros sentados.

Mucho antes de preguntaros

si los muros derriban normas,

si las normas derriban muros,

los señores vientres sentados

robotizaron vuestras mentes

con su dudosa educación.

¡Qué gran analfabetocracia

cambió la vida de los hombres

emparedados en dinero!

¡Qué sabia y digna la mentira!

¡Qué triunfo de la sorda paz!

 

ANOREXIA

 

 

 

Yo sé quién soy, aunque mi cuerpo no

confíe en mí; me increpa astutamente

como una bestia al mundo que ha perdido

a su fogosa bella. No me creo

sus argucias de dulce inquisidor,

así que olvídese de mí, sus tretas

de falso profesor no servirán,

basta, no tiene el suficiente ingenio

para apagar por fin la maldición.

Yo sé quién soy, dedíquese a salvar

las mentes de esos vagos que hacen pellas.

Soy la reina del juego de la vida.

 

PREDICTOR

 

 

 

Mi papelera guarda los secretos

de los deseducados,

y no puedo evitarlo:

soy el mendigo de mi papelera.

Dos rayas he encontrado paralelas

en medio de un análisis sintáctico,

una oración copulativa

sin atributo.

“Estoy muy lejos del futuro”

sentencia la oración deseducada,

mientras las rayas del Predictor

se quiebran en mis manos.

¿Quién puede no creer en su futuro