Agradecimientos

De Elisha Goldstein:

Son muchas las personas implicadas en el proceso de escritura de un libro. Me siento profundamente agradecido a todos mis estudiantes, pacientes, maestros, familiares y amigos, sin cuyas aportaciones el presente libro posiblemente no hubiese visto la luz y, especialmente, sin el apoyo y el amor de mi esposa, Stefanie, mis dos hijos, Lev y Bodhi, y el tercero y más pequeño, quien no tardará en llegar a este mundo. También mi más profundo agradecimiento a Bob Stahl, coautor de este libro, amigo y maestro maravilloso, cuya compañía a lo largo de este viaje he percibido como una inmensa bendición.

De Bob Stahl:

Quisiera expresar mi reconocimiento a mi familia, maestros y estudiantes; también a todas las criaturas, grandes y pequeñas, con las que comparto este fascinante y misterioso universo en el que todos vivimos. Mi más profunda gratitud a todos los que me han guiado en este sendero de corazón y consciencia y, también, al coautor de este libro, Elisha, un auténtico compañero y un buen amigo.

De Elisha Goldstein y Bob Stahl:

Queremos manifestar nuestro reconocimiento a Jon Kabat-Zinn por traer al mundo la reducción del estrés basada en el mindfulness (MBSR), a Stephanie Tade por ser una agente y una guía tan maravillosa, y a todo el equipo de New Harbinger por su cuidado en el parto de este libro.

Bibliografía

1. No dejes de ser un principiante

La reducción del estrés basado en el mindfulness ha hecho muy célebre el ejercicio de comer una pasa. Si no estás familiarizado con él, se trata de una práctica en la que utilizas tu faceta más creativa y lúdica e imaginas que eres un alienígena procedente del espacio exterior, que acaba de aterrizar en nuestro planeta y que, en sus exploraciones, encuentra un objeto: una pasa. Dado que nunca antes has visto ese objeto, lo sostienes con cuidado y examinas su apariencia, investigando su forma, color, contorno, tamaño y, tal vez, su naturaleza translúcida (en el caso de que se trate de una variedad de pasa dorada). Luego sigues percibiéndola con el resto de tus sentidos, comprobando si es áspera o suave, fría o caliente, húmeda o seca. Entonces aproximas la pasa a tu oreja, la haces girar y la aprietas un poco, percatándote de lo que oyes. A continuación, la acercas a tu nariz y la hueles varias veces. Por último, una vez que decides que es comestible, la introduces en tu boca, percatándote del modo en que el brazo sabe exactamente a dónde dirigirse. Cuando la ponen en su lengua, la boca de la mayoría de las personas empieza a salivar y se dan cuenta de que la textura percibida por la lengua es diferente a la que perciben los dedos. Cuando la muerden, una sinfonía de sabores se expande lentamente por determinadas zonas de la lengua, hasta que, por último, el bocado atraviesa la garganta.

Es sorprendente lo que sucede cuando aplicamos la mente de principiante a una experiencia tan simple como la de comer una pasa. Mucha gente dice cosas como: «Nunca imaginé que una pasa produjera un sonido» o «No creía que una simple pasa iba a proporcionarme tanta satisfacción». Un participante veterano de un grupo de práctica comentó lo siguiente, «Toda mi vida he estado tragando pasas a puñados; esto es sorprendente». Y, tras una pausa, añadió: «Hasta ahora no me había dado cuenta… de que no me gustan las pasas». Entonces todo el mundo rompió a reír. ¿Cuántas cosas en la vida llevamos a cabo de manera tan rutinaria que ni siquiera las disfrutamos o sabemos incluso si nos agradan?

El monje zen japonés Suzuki Roshi dijo en cierta ocasión: «En la mente de principiante hay muchas posibilidades, mientras que en la mente del experto hay muy pocas». Si la definición del mindfulness es «prestar una atención deliberada y carente de juicios», entonces, el cultivo de la mente de principiante es esencial para el mindfulness. La mente de principiante nos permite hacer a un lado nuestros prejuicios programados acerca de si algo es bueno o malo, correcto o incorrecto, justo o injusto y, en su lugar, implicarnos con ojos llenos de curiosidad y frescura como si fuese la primera vez que comemos una pasa. Cuando aprendemos a llevar la mente de principiante a nuestra vida cotidiana, las posibilidades parecen ilimitadas.

¡Practica!

Abraham Joshua Heschel dijo: «La vida es rutina, y la rutina es resistencia al asombro».

La mente de principiante está relacionada con la curiosidad y constituye un enfoque práctico que nos permite romper las viejas pautas y recuperar el contacto con la maravilla de la vida. Puedes ponerla en práctica mientras comes una pasa, contemplas un árbol o el cielo, sientes la piel de la persona amada, escuchas el canto de los pájaros o hueles tu postre favorito.

Trata de experimentar lo que siente física, emocional y mentalmente la mente de principiante o, dicho con otras palabras, cómo se siente el cuerpo cuando percibes algo por primera vez. ¿Qué emociones emergen? ¿La mente parece distraída o clara?

Sea como fuere, después de intentarlo durante un periodo, quizá durante un día o una semana, reflexiona acerca de lo que has percibido. ¿Hay algo que te haya sorprendido?

2. Vuelve a tus sentidos

Uno de los modos más rápidos de asentar una mente ocupada consiste, literalmente, en volver a nuestros sentidos. Norman Farb y sus colegas (2010) han puesto de relieve que, cuando llevamos nuestra atención al momento presente, se enlentece la actividad en la zona cerebral asociada a la distracción mental, lo cual es bastante lógico. Si estás sentado en un bar y pones tu consciencia en lo que estás bebiendo, puedes captar el aroma, la temperatura y el sabor que la bebida despierta en tu lengua. Y, cuando te halles totalmente inmerso en esa experiencia, es muy poco probable que te preocupe lo que va a ocurrir mañana. Pero, si bebes preocupado por lo que sucederá mañana, lo más probable es que termines consumiendo tu bebida sin haberla saboreado siquiera.

Solemos dar por garantizados nuestros sentidos y no reconocemos el regalo que suponen hasta que empiezan a fallar o hasta que desaparecen. Quizá sea la pérdida de visión la que te obligue a llevar gafas, o bien desarrolles un zumbido en el oído que mengüe tu capacidad de escucha. Tal vez una lesión nerviosa te dificulte percibir a través del tacto o puede ser que un resfriado común disminuya temporalmente tus sentidos del olfato o el gusto. Sin embargo, no tenemos que esperar a una catástrofe –o un simple resfriado– para ser más conscientes de los regalos de que disponemos aquí y ahora.

Puedes empezar a cultivar el mindfulness aplicando la mente de principiante a la magia de tus sentidos y advirtiendo que estás realmente vivo.

¡Practica!

Dedica ahora un tiempo a agradecer que tus sentidos funcionen. Dedica unos instantes a aplicar la mente de principiante a tus sentidos, siendo plenamente consciente de cada uno de ellos. Advierte de qué modo reacciona tu mente a todo lo que sientes. ¿Te resulta placentero, desagradable o neutro? Presta atención tanto al mundo que te rodea como a lo que hay en tu interior.

Cuando lo hayas hecho, lleva tu atención a tu interior y date cuenta de lo que estás sintiendo física y emocionalmente. Una vez concluyas, reflexiona en lo que supone aplicar la mente de principiante a tus sentidos. Por último, agradécete el haber dedicado el tiempo suficiente a este ejercicio y piensa en el regalo que supone disponer de todos tus sentidos. Intenta, en tu vida cotidiana, llevar tu consciencia a ellos, sabiendo que estás realmente vivo.