Sumario

Cubierta

Vidyamala Burch
y Danny Penman

Tú no eres tu dolor

Mindfulness para aliviar el dolor,
reducir el estrés y recuperar
el bienestar

Prólogo de Javier García Campayo

Prefacio de Mark Williams

Traducción de David González Raga

Editorial Kairós

Asume la responsabilidad de tu cuerpo. Busca, en el caso de que tengas dudas sobre algún aspecto del programa, el consejo de un profesional de la salud. Y, si ya cuentas con un programa de fisioterapia o un plan de trabajo que te funcione, no lo abandones, sino compleméntalo con este. La meditación no reemplaza a la medicación. No modifiques la administración de un fármaco sin consultar antes con tu médico y, si descubres que puedes reducir tu dosis, asegúrate de hacerlo de manera gradual y bien gestionada. Y, en el caso de que no puedas hacerlo, el mindfulness te ayudará a volver a encarrilar tu vida, enriqueciéndola y aportándole una mayor textura.

Son muchas las cosas que pueden facilitar tu aprendizaje cuando lleves a la práctica el programa presentado en este libro. Respira Vida Breathworks te permite apuntarte a un grupo presencial o integrarte en un grupo online. Y también puedes contar con clases y apoyo individual (los lectores interesados en más detalles y en consultar una lista de los profesores acreditados de Respira Vida Breathworks pueden visitar www.respiravida-breathworks.net).

A la dulce pequeña Sasha May Penman

DANNY

A todos los integrantes de Respira Vida Breathworks, profundamente agradecida por compartir mi visión y contribuir a hacerla real.

VIDYAMALA

Agradecimientos

Este libro no hubiera sido posible sin la amplia red de personas que tan generosamente nos brindaron su aliento, su tiempo y su ayuda.

Estamos muy agradecidos a Sheila Crowley y Curtis Brown y a Anne Lawrance y su equipo de Piatkus. Vidyamala quiere expresar su especial agradecimiento a la Comisión del Milenio del Reino Unido, que, en el año 2001, le otorgó una beca para personas discapacitadas que deseaban contribuir a la comunidad. Sin ese empujón inicial, el proyecto Peace of Mind no se habría puesto en marcha y Breathworks, como acabó conociéndose el proyecto en 2004, jamás hubiese llegado a ver la luz. También estamos muy agradecidos a Sona Fricker y Gay Hennessey, cofundadores de Breathworks, junto al resto del equipo central de Manchester (Colin Duff, Singhashri Gazmuri, Jennifer Jones, Di Kaylor y Karunavajri Morris). También queremos dar las gracias a los centenares de profesores que, repartidos por todo el mundo, se han dedicado a difundir el mensaje de Respira Vida Breathworks y a los miles de enfermos y personas obligadas a convivir con el dolor que, a lo largo de los años, han participado en este programa. Su valentía y apertura nos han ayudado a recopilar el material incluido en este libro. Son muchas las personas que, con el paso del tiempo, han compartido generosamente con nosotros su historia y cuyos nombres, en el caso de mencionarlos, hemos modificado para proteger su intimidad.

El contenido principal del programa de este libro se basa en un curso online elaborado por Vidyamala y desarrollado en colaboración con el Mindfulness Center de Suecia, fundado por el doctor Ola Schenstrom.

Danny está especialmente agradecido a Mark Jackson y su equipo de la Bristol Royal Infirmary, que, después de un accidente de parapente, reconstruyeron su pierna. Fue precisamente ese episodio el que, con la intención de aliviar el dolor y acelerar el proceso de sanación, le acercó al mindfulness.

Queremos dar las gracias también a nuestro equipo de consejeros médicos y académicos, todos los cuales han dedicado muchos años a ayudar a las personas a gestionar el sufrimiento asociado al dolor crónico: el profesor Lance MacCracken, del King’s College y Saint Thomas NHS Foundation Trust, el profesor Stephen Morley, de la Universidad de Leeds y la doctora Amanda C de C Williams, de la Universidad de Londres.

Estamos especialmente agradecidos a Jon Kabat-Zinn, el científico de la facultad de medicina de la Universidad de Massachusetts que primero aplicó el mindfulness al contexto sanitario occidental. Y también queremos dar las gracias, obviamente, al profesor Mark Williams, de la Universidad de Oxford, que tanto apoyo nos ha brindado en nuestro trabajo.

Gracias también a Sona, la pareja de Vidyamala, y a Bella, la esposa de Danny, por su infatigable e incondicional apoyo. Y gracias, por último, a la hija pequeña de Danny, Sasha May, que ha sido, para nosotros, una verdadera inspiración.

Agradecimientos para la edición en español:

Estamos muy agradecidos al trabajo de traducción de David González Raga, Agustín Pániker y su equipo de la Editorial Kairós por hacer disponible este libro a todo el mundo hispanohablante.

También estamos especialmente agradecidos Dharmakirti Zuázquita y Silamani Guirao del equipo de Respira Vida Breathworks en España, por haber revisado la traducción y realizado la grabación de los audios con las meditaciones que acompañan a este libro.

Prólogo

El dolor es el síntoma más frecuente en la especie humana, el que le ha acompañado desde el principio de los tiempos. El dolor se considera, también, una de las experiencias más incapacitantes y que mayor sufrimiento conllevan, por lo que ha sido etiquetado como una maldición bíblica. Esta carga emocional negativa frecuentemente asociada al dolor explica que, a lo largo de la historia, muchas religiones lo han interpretado, simultáneamente, tanto como un castigo como con una forma de redención.1 Por eso, el dolor es mucho más que un síntoma de enfermedad, ya que va acompañado de emociones, generalmente negativas, y de una narrativa personal que lo interpreta y le da sentido, modificando incluso la visión que tenemos de nosotros mismos.

Las profesiones de ayuda (médicos, psicólogos, enfermeros, trabajadores sociales, etc.) están continuamente expuestas al sufrimiento humano, y el dolor es una de las principales causas de ese sufrimiento. Por otra parte, uno de los requisitos básicos para poder realizar esta actividad de una forma adecuada es la empatía. Podríamos describirla como el intento de entender el sufrimiento de los demás y acompañarles en su proceso.2 Pero ¿cómo podemos comprender el sufrimiento de los otros?

Si atendemos a nuestros orígenes culturales, en la antigüedad grecolatina clásica se consideraba que la forma regia de empatizar y de entender el sufrimiento de los demás, era habiendo sufrido anteriormente. La cita del historiador griego Herodoto resume esta visión: «Mis sufrimientos han constituido mi aprendizaje». Sin embargo, sabemos que no siempre el dolor y el sufrimiento implican crecimiento personal, sino que, a menudo, se producen mecanismos de afrontamiento inadecuados, cuando no claramente patológicos.

Vidyamala Burch, la autora de este libro, nos recuerda al doctor Rieux, médico protagonista de la novela La peste de Albert Camus. En ella, cuando un paciente, sorprendido por la enorme capacidad de empatía del doctor, le preguntó: «¿Quién le enseñó todo esto, doctor?», el galeno respondió de forma natural: «Lo aprendí sufriendo». Al acabar el libro, el lector podrá estar más o menos de acuerdo con las tesis de Vidyamala, pero lo que nadie podrá negar es que sabe de lo que habla, que sabe lo que es el dolor en primera persona.

Vidyamala tiene una de esas biografías que impresiona. A los 23 años sufre un grave accidente de tráfico que lesionó irreversiblemente su columna cervical, pese a varias intervenciones quirúrgicas, por lo que desde entonces precisó de una persona que le ayudase continuamente. Su nueva vida, lejos de hundirla en la miseria emocional, como hubiese sido lo más habitual, la llevó a enfocar su día a día como un desafío que le permite ayudarse a sí misma y ayudar a los demás. Se incorporó a la Orden Budista Triratna y, tras abandonar su Nueva Zelanda natal, se trasladó a Gran Bretaña, donde vivió en un centro de retiros durante algún tiempo, para después empezar a enseñar en entornos budistas.

Como hacen las personas con sabiduría, Vidyamala aplica aquello en lo que es experta, las técnicas del mindfulness, a un problema concreto que es central en su vida: el dolor físico. De esta forma, es la pionera a nivel internacional en desarrollar un programa de mindfulness para el tratamiento del dolor crónico. Y como hacen las personas con compasión, puede mirar más allá de sí misma y ofrecer al mundo lo que ha aprendido y desarrollado. La consecuencia es uno de los programas más efectivos, aceptados y difundidos para el tratamiento del dolor.

Aunque Vidyamala ya había escrito algún otro libro sobre este tema, como Vivir bien con el dolor y la enfermedad. Mindfulness para liberarte del sufrimiento, publicado también por la Editorial Kairós, en este ofrece una visión diferente del tema. Al lector le bastará con hojearlo para darse cuenta rápidamente de que no es un libro ordinario y de que vale la pena leerlo. Uno sabe que va a aprender elementos que podrá aplicar en la vida diaria, experimente o no dolor, porque nos permite conectar con el núcleo de nuestra naturaleza humana.

En un plano general, lo que nos enseña es que, independientemente de lo negativo que sea lo que nos ocurra y de que no podamos evitarlo, uno siempre puede elegir cómo reaccionar. Es decir que, aunque tengamos emociones, no implica que tengamos que estar gobernados por ellas. Parafraseando al profesor Steven Hayes, este libro nos invita a «salir de nuestra mente y entrar en nuestra vida».

En un plano más específico, pensando en personas con dolor crónico (o con una enfermedad crónica, aunque no sea dolorosa) y para profesionales de ayuda que trabajen con estos pacientes, nos enseña también dos temas básicos que constituyen el núcleo del mindfulness: atención y amabilidad. En primer lugar, nos permite entender que, frente a la actitud habitual ante el dolor de rechazarlo, negarlo o huir, el aumento de la conciencia corporal y de la atención a las sensaciones somáticas disminuye el dolor. En segundo lugar, llevar afecto y cuidado a la zona que duele y a nosotros mismos es también una actitud radicalmente distinta a la respuesta natural basada en la resistencia o la evitación, ya que ambas aumentan el dolor. Sobre esta base de atención y amabilidad surge, naturalmente, la conexión. Las personas con dolor y sufrimiento tienden a aislarse del mundo, con lo que magnifican su malestar al centrar toda la atención en él. La conexión con el resto de la extensa familia humana hace que nos sintamos parte de algo más grande y hermoso, donde nuestro dolor, aunque importante, no tiene por qué ser el centro de nuestra vida.

Este es un libro conmovedor, sencillo y práctico. Es útil para todo el mundo, padezca o no dolor en la actualidad, ya que todos vamos a acabar experimentando dolor a lo largo de nuestra vida. Y es un libro que no deja indiferente, fruto lógico de una persona con la que es imposible no conectar por su compasión y sabiduría.

5 de enero de 2016

JAVIER GARCÍA CAMPAYO

Profesor Titular Acreditado de Psiquiatría

Director del Máster de Mindfulness de la Universidad de Zaragoza

Autor de Manual de mindfulness: curiosidad y aceptación

Prefacio de Mark Williams

El mindfulness entraña una curiosa paradoja. Y es que, aunque mindfulness signifique «conciencia», cuando experimentamos el dolor físico que acompaña a una enfermedad crónica o a una lesión traumática, parecemos demasiado conscientes de nuestro sufrimiento. ¿De qué manera puede servirnos entonces el hecho de ser más conscientes?

Esto es precisamente lo que, en este hermoso y compasivo libro, nos explican Vidyamala Burch y Danny Penman. Según dicen, ciertos procesos mentales sutiles intensifican el dolor y el malestar de los que queremos desembarazarnos. Pero es precisamente la automaticidad de esos agravantes (es decir, el hecho de que ocurran sin nuestra intervención consciente), la que explica la necesidad de dirigir, hacia ellos, el faro de nuestra atención. Porque, si este proceso discurre «en la oscuridad», uno permanece perdido y a solas con su dolor, pero, cuando lo iluminamos con la luz de la atención, el sufrimiento empieza a aliviarse.

Pero Vidyamala y Danny no se limitan a darnos una explicación científica clara y actualizada del modo en que esto ocurre, sino que también nos proporcionan una guía para enfrentarnos sistemáticamente al sufrimiento. La esencia de estas prácticas breves de meditación nos ayuda a recopilar el valor necesario para acercarnos al núcleo más intenso del dolor, observarlo con atención y curiosidad y ver cómo van disipándose las tendencias automáticas de nuestra mente. De ese modo, el lector aprenderá a separar las actividades interesantes de las nocivas y el modo de ir abriendo la mente –en ocasiones dura e implacable– a una compasión que acaba disolviendo, por más extraño que pueda parecer, gran parte del sufrimiento que anteriormente parecía insuperable.

Tengo el privilegio de conocer a Vidyamala y Danny desde hace muchos años. Los dos escriben desde su experiencia y saben perfectamente lo que es padecer un dolor que, en un momento, parecía interminable. Para Vidyamala se trató del resultado de una caída que, cinco años más tarde, se vio seguida por un accidente de tráfico mientras que, para Danny, se debió a un accidente de parapente. Ambos describen, en este libro, su experiencia y el modo en que se vieron atrapados en un dolor agudo y crónico del que no podían escapar. Y los dos acabaron descubriendo también, en el cultivo de la meditación mindfulness, un camino para liberarse del sufrimiento. Basándose en su experiencia, Vidyamala escribió Vivir bien con el dolor y la enfermedad y fundó Respira Vida Breathworks, una organización destinada a ayudar a quienes padecen de estrés, dolor y enfermedad crónicas. Son muchas las personas que se han beneficiado de sus escritos y de su trabajo y formación clínica. Fue precisamente gracias a ella que Danny descubrió la terapia cognitiva basada en el mindfulness (TCBM) y escribió elocuentemente al respecto en el superventas Mindfulness: Guía práctica para encontrar la paz en un mundo frenético, que ha ayudado a muchas personas.

El libro que el lector sostiene ahora entre sus manos contiene muchas historias inspiradoras de personas cuya vida parecía definitivamente destruida por una enfermedad, un accidente o un trauma y que habían renunciado a toda esperanza. Para algunos, el aliento proporcionado por la moderna comprensión científica del dolor (y la evidencia de que el mindfulness constituye un enfoque radicalmente nuevo y eficaz al sufrimiento) puede haberles inspirado a intentar este abordaje. Pero, si bien la ciencia puede motivarles a emprender ese enfoque, es improbable que, cuando las cosas van mal, sigan manteniendo la misma motivación. Es entonces cuando entra en escena la filosofía en la que se asientan el mindfulness y Jon Kabat-Zinn, el creador de esta aplicación del mindfulness al moderno sistema sanitario. Jon ha dicho –muy acertadamente, en mi opinión– que, con independencia de las lesiones y enfermedades que padezcas, «mientras sigues respirando hay, en ti, más cosas acertadas que equivocadas».

Esta visión de la enfermedad y el enfoque atento a la medicina corpomental nos enseñan que todos poseemos recursos profundos de los que somos inconscientes y que nadie nos ha enseñado a reconocer ni cultivar. Es imposible ignorar o desdeñar el dolor. Bajo su clamoroso ruido yace, sin embargo, una totalidad profunda que no se ve afectada por el dolor ni la enfermedad, una totalidad que puede ser re-habitada si, por unos instantes, nos acercamos, restablecemos contacto y nos familiarizarnos amorosamente con un cuerpo que tan mal parece estar tratándonos.

Este es un enfoque cuyo cultivo, aunque no sea sencillo, es muy factible. Para ello hace falta paciencia, valor y la disposición a practicar.Y, aunque nadie pueda hacer el trabajo por ti, Vidyamala y Danny son guías muy valiosos y en los que puedes confiar. Ellos han escrito este libro para guiarte a lo largo de este proceso. Ojalá puedas, de su mano, descubrir las grandes ventajas del mindfulness, mientras la práctica diaria va restableciendo gradualmente el contacto con la persona extraordinaria que ya eres.

Profesor MARK WILLIAMS

Universidad de Oxford

1. Cada momento
es una nueva oportunidad

El dolor parece acentuarse al anochecer. Es como si, en el silencio, hubiese algo que intensificase el sufrimiento. Y es que, aunque tomes una dosis masiva de analgésicos, el dolor no tarda en regresar con más intensidad si cabe. Quieres hacer algo –lo que sea– para acabar con el dolor, pero todos tus intentos se ven abocados al fracaso. Moverte duele, no hacer nada duele, e ignorar el dolor también duele. Pero lo que duele no es solo el dolor porque, cuanto más desesperadamente te empeñas en escapar de él, mayor es el sufrimiento que experimentas. Entonces tu mente puede verse aguijoneada por preguntas tan acuciantes como molestas: «¿Qué pasará si no me recupero?», «¿Y si empeora?», «Esta situación me desborda…», «Lo único que quiero es acabar con esto».

Hemos escrito este libro con la intención de que te ayude a enfrentarte al dolor, la enfermedad y el estrés. Te enseñaremos a aliviar progresivamente tu sufrimiento, para que puedas vivir de nuevo plenamente. Quizás, de ese modo, no elimines completamente el sufrimiento, pero te asegurarás de que no sigue dominando tu vida. Entonces descubrirás que, pese a la inevitabilidad del dolor y la enfermedad, es posible estar en paz y disfrutar de una vida plena y satisfactoria.

Sabemos que esto es cierto porque ambos hemos sufrido lesiones terribles y hemos apelado, para aliviar nuestro sufrimiento, a una antigua forma de meditación conocida como «mindfulness». La eficacia de las técnicas presentadas en este libro han sido demostradas por las investigaciones médicas y científicas realizadas al respecto en todo el mundo. De hecho, la eficacia del mindfulness es tal que médicos y clínicos especializados en el dolor derivan a sus pacientes a nuestro centro Respira Vida Breathworks de Manchester y a los cursos que nuestros profesores dirigen por todo el mundo. Cada día enseñamos a las personas a encontrar la paz en medio del sufrimiento.

Este libro y el CD que lo acompaña ofrecen una serie de sencillas prácticas que el lector puede incorporar a su vida cotidiana para aliviar el estrés, el sufrimiento y el dolor.1 Se trata de una aplicación del programa Mindfulness-Based Pain Management (MBPM) [Gestión del dolor basada en el mindfulness], que hunde sus raíces en el revolucionario trabajo puesto a punto por el doctor Jon Kabat-Zinn en la Facultad de Medicina de la Universidad de Massachusetts. El programa MBPM fue elaborado por Vidyamala Burch (coautora de este libro) para enfrentarse a los efectos de un par de accidentes graves, un programa que, aunque originalmente diseñado para aliviar el dolor y el sufrimiento físico, ha demostrado ser muy eficaz para la reducción del estrés. De hecho, muchas investigaciones clínicas han corroborado que las técnicas esenciales de la meditación mindfulness son tan eficaces para aliviar la ansiedad, el estrés y la depresión, como la medicación o el counseling.2 Las pruebas clínicas realizadas al respecto han confirmado que las técnicas de meditación mindfulness son tan eficaces, al menos en lo que respecta a la reducción del dolor, como los calmantes habitualmente prescritos y que, en algunos casos, su efecto llega a ser tan poderoso como el de la morfina. Las investigaciones llevadas a cabo con técnicas de imagen han puesto de relieve que el mindfulness amortigua las pautas cerebrales asociadas al dolor y que, con el paso del tiempo, estos cambios acaban arraigando y modificando la estructura cerebral hasta el punto de que uno ya no siente el dolor con la misma intensidad y que, en el caso de que lo sienta, ya no domina su vida.3,4 También son muchas las personas que afirman una reducción del dolor que, en ocasiones, se torna imperceptible.

Son muchas las clínicas del dolor que actualmente recomiendan la meditación mindfulness para ayudar a los pacientes a enfrentarse al sufrimiento que acompaña a un amplio abanico de enfermedades como el cáncer (y las secuelas de la quimioterapia), las enfermedades cardiacas, la diabetes y la artritis. También se emplea para tratar el dolor de espalda, la migraña, la fibromialgia, la enfermedad celíaca y muchas enfermedades autoinmunes como el lupus y la esclerosis múltiple, y resulta muy eficaz para el tratamiento de enfermedades crónicas como los síndromes de fatiga crónica y de intestino irritable. Asimismo ha demostrado ser muy útil para enfrentarse al dolor del parto. Las investigaciones clínicas realizadas al respecto han demostrado que, además, el mindfulness reduce significativamente la ansiedad, el estrés, la depresión, la irritabilidad y el insomnio que suelen acompañar al dolor crónico y la enfermedad crónica. De hecho, los investigadores están descubriendo continuamente su eficacia para el tratamiento de nuevas enfermedades.

El mindfulness disuelve el dolor y el sufrimiento

La gestión del dolor basada en el mindfulness emplea meditaciones antiguas desconocidas hasta hace muy poco en Occidente. Una de ellas consiste en concentrarse en la entrada y salida del aire que acompañan a la respiración (véase Una meditación basada en la respiración). Eso te permite ver tu cuerpo y mente en acción, observar la aparición de las sensaciones dolorosas y dejar de luchar en su contra. El mindfulness te muestra los altibajos naturales del dolor. Y cuando, en lugar de quedarte atrapado en el dolor, aprendes a observarlo con atención descubres, curiosamente, que empieza a diluirse y, al cabo de un rato, adviertes la existencia de dos modalidades diferentes de dolor que tienen causas muy distintas: el sufrimiento primario y el sufrimiento secundario, algo cuya comprensión te proporciona un mayor control de tu sufrimiento.

El dolor primario suele derivarse de una enfermedad, una lesión o un daño al cuerpo o al sistema nervioso y puede ser entendido como una información directa que el cuerpo envía al cerebro. El dolor secundario, por su parte, es posterior, pero suele ser mucho más intenso y angustiante y puede ser entendido como una reacción de la mente al dolor primario.

El control del volumen del dolor

La mente tiene un control extraordinario sobre las sensaciones dolorosas que experimentamos conscientemente y sobre lo desagradables que son.26 Tiene un control de «volumen» que regula tanto la intensidad como la duración de las sensaciones dolorosas. Por ello la mente no solo siente dolor, sino que también procesa la información que contiene, separando las distintas sensaciones que la componen, con la intención de descubrir sus causas subyacentes y evitar, de ese modo, más daño o dolor al cuerpo. En ese sentido, es como si la mente hiciese un zum sobre la zona dolorida para amplificarla, contemplarla con más detalle y encontrar una solución. Pero este «acercamiento» también amplifica el dolor. Y, cuando la mente lo analiza, también revisa, en busca de pautas o indicios que le permitan llegar a una solución, los recuerdos de ocasiones pasadas en las que uno haya experimentado sufrimientos parecidos. El problema estriba en que, si uno lleva meses o años experimentando un dolor o una enfermedad, su mente descubrirá una amplia panoplia de recuerdos dolorosos entre los que elegir, pero muy pocas soluciones. No es de extrañar que, sin darnos siquiera cuenta de ello, nuestra mente se vea desbordada por recuerdos perturbadores y pensamientos ligados al sufrimiento. De este modo, acabamos creyendo que llevamos toda la vida sumidos en el dolor y la enfermedad, que nunca hemos encontrado una solución y que nunca la encontraremos. Y así acabamos desbordados por el estrés, la ansiedad y preocupaciones asociadas al futuro y el dolor físico: «¿Qué pasará si no puedo poner fin a este dolor?», «¿Estaré condenado a sufrir así toda la vida?», «¿Este dolor permanecerá o empeorará?».

Este es un proceso que ocurre de manera instantánea, antes de que seamos conscientes de él. Cada pensamiento se superpone al anterior y acaba desembocando en un círculo vicioso que no hace sino aumentar el dolor. Y las cosas todavía pueden empeorar, porque el estrés y el miedo influyen en el cuerpo, aumentando la tensión y el estrés, lo que puede agravar la enfermedad y la lesión, generando más dolor todavía, afectando incluso al sistema inmunitario y obstaculizando la curación. Así es como uno acaba atrapado en una espiral descendente que no hace sino intensificar el sufrimiento.

Lo peor, sin embargo, es que estas espirales negativas pueden dejar, en nuestra mente, surcos que nos predispongan a sufrir. En un vano intento por evitar lo peor, el cerebro empieza entonces a sintonizar más rápida e intensamente con el dolor y, con el paso del tiempo, se especializa en sentir mejor el dolor. Los escáneres cerebrales realizados al respecto confirman que las personas que sufren de dolor crónico dedican más tejido cerebral a experimentar las sensaciones conscientes del dolor.27 Es como si el cerebro intensificara su volumen y no supiera luego cómo atenuarlo.

Es importante subrayar que el dolor secundario es real, es decir, que es algo que uno realmente siente. Se le llama dolor secundario porque es la reacción de la mente al dolor primario y que, antes de sentirlo de manera consciente, se ha visto claramente procesado. Pero ese mismo procesamiento también te proporciona una vía de salida, porque significa que puedes aprender a controlar tu dolor. Es precisamente por ello que nos referimos al dolor secundario como sufrimiento.

En la práctica, uno puede tener dolor, pero ello no implica que tenga que sufrir.

Si entiendes claramente este punto, puedes aprender a dejar a un lado el sufrimiento y empezar a gestionar el dolor de manera diferente. El mindfulness, en efecto, nos ayuda a bajar el volumen de nuestro dolor.

Son muchas las investigaciones científicas que han demostrado los efectos beneficiosos del mindfulness sobre la salud física y mental global. Pese a ello, sin embargo, la meditación sigue contemplándose con cierto escepticismo.28 El mismo término «meditación» suele disparar una cascada de asociaciones y estereotipos que tienen que ver con monjes budistas, clases de yoga, lentejas, arroz integral, etcétera. Por ello quisiéramos disipar, antes de seguir adelante, algunas falsas creencias:

  • La meditación no es una religión, sino una forma de entrenamiento mental que numerosas investigaciones científicas han demostrado que ayuda a las personas a enfrentarse al dolor, la enfermedad, la ansiedad, el estrés, la depresión, la irritabilidad y el agotamiento.
  • Meditar no consiste en resignarnos a nuestro destino o sumirnos en la pasividad. El mindfulness, muy al contrario, aumenta nuestra resiliencia física y mental.
  • La meditación no consiste en adoptar una actitud falsamente «positiva» ante la vida. Simplemente nos proporciona una forma de claridad mental que nos ayuda a disfrutar de la vida y lograr nuestros objetivos.
  • La meditación no requiere mucho tiempo. Basta con 20 minutos al día para llevar a cabo el programa presentado en este libro. Son muchas, de hecho, las personas que han descubierto que la meditación proporciona más tiempo del que consume, porque lo pierden menos enfrentándose innecesariamente al estrés, el dolor y la enfermedad crónicos.
  • Aunque la meditación no es difícil ni complicada, requiere esfuerzo y perseverancia. Puedes meditar sobre casi cualquier cosa (véase, por ejemplo, la meditación del café que presentamos en el capítulo 3) y realizarla también en casi cualquier lugar (desde el autobús hasta el tren, el avión o una oficina en la que hay una gran actividad).

UNA MEDITACIÓN BASADA EN LA RESPIRACIÓN

La meditación puede ser muy sencilla y no requiere ningún equipamiento especial. A continuación presentamos una práctica que ilustra la técnica básica, solo requiere unos minutos y te relajará completamente.

  1. Si tu estado lo permite, siéntate erguido, aunque relajado, en una silla con el respaldo recto y con las plantas de los pies apoyadas en el suelo. Y si tal cosa no es posible, acuéstate sobre una esterilla, una manta o hasta en la cama. Deja que tus brazos y manos se relajen todo lo posible.

  2. Cierra suavemente los ojos y dirige tu atención, mientras respiras, al flujo de entrada y salida de aire en tu cuerpo. Siente la sensación del aire fluyendo a través de la boca o la nariz hasta llegar a la garganta y los pulmones. Siente la expansión y la contracción del pecho y el vientre al inspirar y espirar. Dirige tu atención a las sensaciones más intensas. Permanece en contacto con cada inspiración y con cada espiración y obsérvalas sin pretender modificarlas ni esperar que ocurra algo especial.

  3. Dirige de nuevo tu mente, cuando adviertas que se desvía, hacia la respiración, procurando no criticarte. Eso es, precisamente, lo que hace la mente, ir de un lado a otro. Darte cuenta, pues, de que tu mente estaba divagando y dirigirla de nuevo hacia la respiración son aspectos fundamentales de la práctica del mindfulness.

  4. Finalmente, tu mente se tranquilizará… o quizás no. En el caso de que lo haga, esa calma puede ser muy breve. Tu mente puede llenarse de pensamientos o emociones poderosas como el miedo, la ira, el estrés o el amor que también, por cierto, pueden ser muy fugaces. En cualquier caso, limítate a observar tu experiencia como mejor puedas, sin reaccionar ni pretender cambiarla. Dirige amablemente una y otra vez tu atención a las sensaciones asociadas a la respiración.

  5. Pasados unos minutos –o más, si lo prefieres–, abre poco a poco los ojos y presta atención a lo que te rodea.

Tú no eres tu dolor

Este libro opera a dos niveles que se despliegan semana tras semana. El programa fundamental de mindfulness requiere ocho semanas y hay un capítulo dedicado a cada semana. En él se te pide que, seis de los siete días de la semana, lleves a cabo un par de meditaciones diarias de 10 minutos.

El programa también te invitará a romper alguno de tus hábitos inconscientes de pensamiento y de conducta. Estos pueden ir acompañados de mucho sufrimiento, porque gran parte de lo que pensamos y sentimos se ve continuamente reforzado por la actitud con la que nos acercamos al mundo. Romper los hábitos más arraigados aliviará mucho nuestro sufrimiento. El proceso de ruptura de hábitos (al que hemos decidido llamar «liberador de hábitos») puede ser tan sencillo como observar las nubes desde el banco de un parque o esperar tranquilamente a que hierva el agua que estamos calentando para prepararnos una taza de té o de café.

El mejor modo de llevar a cabo el programa presentado en este libro consiste en realizarlo durante las ocho semanas recomendadas, aunque, si lo deseas, puedes dedicarle más tiempo. Muchas personas descubren que los beneficios del mindfulness son tantos que deciden continuar con el programa el resto de su vida. Para ellos, se trata de un viaje que les revela de continuo su verdadero potencial.

Puede tratarse de un viaje muy largo y provechoso. Te deseamos lo mejor.