Ventaneras y castas,
diabólicas y honestas
ELÍAS PINO ITURRIETA
@eliaspino

Sobre la nueva edición

La primera edición de Ventaneras y castas, diabólicas y honestas sucedió en 1993. Tal vez fuese de las pioneras en el estudio de las mujeres a través de la historia del país y una contribución inicial desde la perspectiva de la investigación de mentalidades. Junto con un volumen colectivo que entonces coordinó Ermila Troconis de Veracoechea (La mujer en la Historia de Venezuela, Caracas, Editorial Arte, 1995), quizás abriera caminos hacia una superficie apenas visitada por los historiadores.

Ya se dejó entonces de buscar a unas pocas señoras importantes –matronas de la aristocracia que abandonaban la comodidad para aproximarse a la república, famosas amazonas de la guerra de Independencia y de la Federación, damas tocadas por las musas e hijas de familia a quienes convocaba el demonio de la política cuando despuntaba el siglo XX, para abordar el asunto mediante interpretaciones panorámicas y masivas que apenas se insinuaban.

Esa búsqueda de análisis globales a cuyo contenido no escapasen las vicisitudes de la mujeres sencillas, sus relaciones con la legalidad y con la economía, su participación en partidos y sindicatos, en la evolución de la cotidianidad, de los procesos educativos y de los caprichos de la moda; diferentes épocas, desde la colonia hasta la actualidad, junto con textos sobre figuras emblemáticas de un género desatendido hasta entonces, ya muestra un repertorio de contribuciones que obligan a la consideración de los estudios referidos antes como la apertura de un campo de trabajo que se ha labrado después con asiduidad y fortuna. Hoy la bibliografía sobre el tema es abundante y plausible, hasta el extremo de llenar un catálogo que no se puede detallar ahora.

Tal vez la imperfecta nómina que sigue demuestre cómo se ha abonado la parcela por autoras de obras muy dignas de atención: Mirla Alcibíades (La heroica aventura de construir una república), Antonieta De Rogatti (Separación matrimonial y su proceso en la Colonia), Rosalba Di Miele (El divorcio en el siglo XIX venezolano), Gioconda Espina (Psicoanálisis y mujeres en movimiento), Marianela Ponce (De la soltería a la viudez), Inés Quintero (Mirar tras la ventana; La palabra ignorada y La criolla principal) y Sheila Salazar (Mirar tras la ventana, también); mientras Adícea Castillo, Dora Dávila, Rosa del Olmo, Milagros Socorro, Ana Vergara y Alex Zambrano escribían monografías harto meritorias. Si se agrega la creación del Centro de Estudios de la Mujer en la Universidad Central de Venezuela, con revista especializada y promoción de eventos relacionados con el objeto de su atención, se pueden colegir la riqueza y la variedad de las novedades.

La tesis doctoral del joven investigador Emad Aboassi (Vida cotidiana durante la Guerra Federal), todavía inédita, recoge documentos capaces de enfrentar la versión en torno a las miradas herméticas de la mujer que machaca nuestra sociedad del siglo XIX, y sobre las cuales abunda el libro que ahora reaparece. No llegan tales documentos a sostener una interpretación diversa, ni a echar por tierra la hipótesis dominante, pero sugieren la alternativa de una apertura que no se observa en la crítica de las ventaneras y las diabólicas con cuyos pasos topará el lector. Pero recogen materiales a través de los cuales se observa la reacción de las féminas frente a la coyunda que se les ha impuesto en el siglo XIX, fenómeno debido al cual se puede pensar en cómo ellas abren la ruta de la liberación mientras predomina el entendimiento ortodoxo de su vida.

Veamos, por ejemplo, la Contestación de «una jovencita caraqueña» frente a un texto publicado por El Heraldo en 15 de mayo de 1861. Dice así:

«Es para la mujer el hombre imán / Su esperanza, su dicha, su consuelo /Su vida le tributa y su desvelo / Pues ángel le supone y no sultán. / Víctima del error sigue a su Adán: / Se arroja entre sus brazos sin recelo; / Y unión sacramental juran al cielo / Soñando con el bien que apurarán. / Mas el hombre fugaz, terco, grosero, / Creyendo a la mujer infiel e ingrata / Abusa del poder y se hace fiero. / ¡Oh débil sexo a quien la fuerza falta! / Tu caudillo tenaz, cruel y severo / Te aflige, te aniquila, te maltrata.»

La «jovencita caraqueña» no propone una rebelión, pero dice en la prensa unas cosas que desentonan con el discurso oficial, verdades que apenas se ventilan infructuosamente en el tribunal eclesiástico para que permanezca el reino de los sultanes.

También se producen reacciones colectivas que destacan por su énfasis, como la de un grupo de ofendidas lectoras de El Monitor Industrial en 1859, a quienes el redactor, un señor Carmona, quiso burlar por sus estúpidas maneras de escribir una correspondencia de carácter íntimo. Vale la pena recoger su respuesta:

«Las señoritas de los salones de Caracas damos a U. las gracias por haber insertado en su periódico una carta que dice escrita por una señorita a su amante. Debe saber el Sr. Carmona que para imitar o fingir es necesario mucho talento, de que carece el autor, pues no es verosímil que la persona más ignorante atine a errar en todas las palabras, poniendo en todas ellas una letra por otra, como lo ha hecho para zaherirnos. Sepa U., señor Monitor, que la mayor parte de nosotras podemos darle lecciones de gramática, de retórica, de buen gusto, y sobre todo de discreción y tino, cualidades de que U. y todos sus colaboradores carecen. Aconsejamos a El Monitor que se muera de repente, para tener el gusto de asistir a su entierro, vestidas de gala.»

Estas estupendas letras registradas por Aboassi prueban que una de las heroínas de nuestras páginas, la altiva Eulogia Arocha, quien hará su aparición cuando termine el libro, no andaba sola por la ciudad en la defensa de sus derechos.

Su investigación también incluye testimonios sobre la participación de la mujer en las guerras civiles, evidencia de la cual, entre otras, es una crónica de El Noticioso de Nueva York que traduce El Heraldo de Caracas en 29 de marzo de 1860 bajo el título de «Venezolanas heroicas». Dice la crónica:

«Ha llegado ya al conocimiento de todos la defensa verdaderamente heroica que hizo el Sr. Comandante Meléndez del pueblo de Maracay, desplegando un valor, una pujanza que le han colocado junto con los suyos a la altura de los denodados adalides de nuestra Independencia; pero lo que más de notable se hizo en este combate de 30 horas, lo que llama notablemente la atención, es la conducta que en medio del peligro observaban las señoras y señoritas de aquel pueblo. Congregáronse todas en el cuartel y pidieron al Jefe de la plaza que, imitando al Mártir de San Mateo, hiciese saltar el refugio donde se acogían, si los federales llegaban a ganar la contienda. En consecuencia, preparáronse para el efecto muchos barriles de pólvora, y aquellas matronas, aquellas vírgenes, con la frente altiva y el corazón sereno, aguardaban sobre la pira la muerte o la vida, esas 30 horas de ansiedad, durante las cuales corrían mil riesgos y recibían los insultos y las amenazas de los enemigos de la propiedad, del orden y de la virtud, ¡cuán largas serían para aquellas heroínas!»

Con lo que pueda tener de exageración y de tendencia propagandística, la descripción remite a un teatro inexplorado en el cual no debió ser flaco el protagonismo del género femenino.

De lo expuesto se deducen los progresos de la historiografía venezolana, dispuesta a trabajar los pormenores de las vetas del pasado sin conformarse con esfuerzos iniciales, orientada hacia los hallazgos que la vocación de sus miembros solicita sin pausa. Ventaneras y castas, diabólicas y honestas fue una parte de la primera estación de un recorrido capaz de llegar a metas de entidad, sin pensar en detenerse. Desde esa cualidad vuelve ahora, no sólo con la esperanza de despertar interés, como lo hizo en 1993, sino también con la confianza de que lo que entonces se escribió no fuera trivial. Pero eso lo juzgarán los lectores, en cuyas manos queda de nuevo.

Elías Pino Iturrieta
Caracas, 24 y 25 de julio de 2009

Notas

1. Francisco de Castro (1853). El texto aparece en la Propaganda de Lecturas Gratuitas que usualmente circula en la Caracas de 1885, hoja que contiene el catálogo de la Librería Católico Literaria de Miguel Tornell y Olmos. El Boletín de Avisos, de Rojas Hermanos, también anuncia su venta.

2. Ibídem, p. 151.

3. Ídem.

4. Ibídem., p. 165.

5. Ibídem., p. 154.

6. Ibídem., p. 155.

7. Ibídem, pp. 162-163.

8. Ibídem, p. 167.

9. Ibídem, pp. 156-157.

10. Para este punto, véase: Elías Pino Iturrieta (1992), que estudia el texto para analizar problemas referidos al siglo XVIII.

11. Antonio Arbiol (1897), pp. 131-132.

12. Ibídem, p. 36.

13. Ibídem., p. 37.

14. Ídem.

15. Ídem.

16. Ibídem, pp. 184-185.

17. Ídem.

18. Ibídem, pp. 53-54.

19. Ibídem, p. 53.

20. Ibídem, pp. 211-212.

21. Jaime de Corella (1751), p. 87.

22. Ibídem, pp. 90-91.

23. Manuel de Arciniegas (1785), pp. 436-437.

24. «Consejos». Publicación Religiosa. Por varios autores católicos, La Victoria, 1 de octubre de 1881.

25. Ídem.

26. «Ruta de Pecado», La Voz Católica. Bajo el patrocinio de Jesús Sacramentado. Nº 8, Porlamar, 20 de noviembre de 1899.

27. Ídem.

28. «Voz de alerta», El Pastor, Nº 16, Caracas, 3 de febrero de 1898.

29. «¿Quién manda?». Luz del Hogar, N° 2, Caracas, 3 de marzo de 1898.

30. «Pensamiento». La Voz Católica. Bajo el patrocinio de Jesús Sacramentado, Nº 38, Porlamar, 2 de diciembre de 1899.

31. «Horrible extremo a que conduce el amor apasionado y ciego que la religión condena». Crónica Eclesiástica de Venezuela, N° 38. Caracas. 28 de noviembre de 1855.

32. «Melodía». El Vigilante. Diario Católico, Nº 19, Caracas, 6 de mayo de 1890.

33. «El placer». La Voz de la Cuaresma, Nº 25, Caracas, 20 de marzo de 1890.

34. «Pobre hija mía». La Opinión Nacional, Nº 420, Caracas, 12 de julio de 1870.

35. «La mujer adúltera». El Monitor, N° 7, Caracas, 19 de septiembre de 1865.

36. «La primera Santa americana de origen». Crónica Eclesiástica de Venezuela, N° 26. Caracas, 5 de septiembre de 1855.

37. «Colegio San José: Discurso del Dr. Ezequiel M. González», El Áncora. Diario Católico. N° 451, Caracas, 22 de diciembre de 1886.

38. Ídem.

39. Egidio Montesinos (1896), p. 66.

40. Ibídem, p. 71.

41. Ibídem, p. 73.

42. Ibídem, p. 72.

43. J. M. Núñez Ponte (1917), p. XLIV.

44. Ibídem, p. XLIX.

45. «Discurso». La Opinión Nacional, Nº 28, Caracas, 12 de enero de 1870.

46. «Discurso del Dr. José María Manrique en el acto de repartición de premios del Colegio Sagrado Corazón de Jesús». El Áncora. Diario Católico, N° 470. Caracas, 17 de enero de 1887.

47. «Los cometas y las mujeres». Gaceta de Carabobo, N° 2, Valencia, 14 de febrero de 1838.

48. ARCHIVO ARQUIDIOCESANO DE CARACAS (En adelante: AA), Sección Episcopales, Legajo 37. «Instructivo sobre Pláticas», Caracas, 1 de marzo de 1802.

49. Ídem.

50. AA. Episcopales, Legajo 38. Borrador de carta del Arzobispo Coll a Juan Antonio Diaz Argote, Caracas, 7 de mayo de 1811.

51. Ídem.

52. AA. Episcopales, Legajo 47, Notas del Arzobispo Fernández Peña, 1843.

53. AA. Episcopales, Legajo 51, Carta del Obispo de Mérida al Arzobispo de Caracas, Mérida, 14 de junio de 1860.

54. «La educación de la mujer». El Paladín Católico, Nº 6, Valencia, 25 de febrero de 1899.

55. Ídem.

56. Ídem.

57. AA Episcopales, Legajo 51. Carta del Arzobispo de Caracas al gobernador de la Provincia de Apure, Caracas, 10 de febrero de 1863.

58. Ídem.

59. AA. Episcopales, Legajo 38. Carta del Gobernador Eclesiástico al Capellán de la Guarnición de Valencia, Caracas, 16 de octubre de 1814.

60. Ídem.

61. «Pensamientos». Publicación Religiosa. Por varios autores católicos, La Victoria, 15 de septiembre de 1881.

62. «Sobre la sociedad». El Verbo. Órgano de la juventud liberal, Barquisimeto, 15 de febrero de 1889.

63. Ídem.

64. Feliciano Montenegro y Colón (1841). p. 200.

65. Ibídem, pp. 85-86.

66. Ibídem, p. 164.

67. El Canastillo de Costura (1826), Nº 1, p. 1.

68. Pensamientos», La Verdad Católica. Órgano de la Diócesis de Barquisimeto. Nº 3, Barquisimeto, 19 de abril de 1899.

69. «Estudio Social», El Verbo. Órgano de la juventud liberal de Barquisimeto, Nº 3, Barquisimeto, 15 de enero de 1889.

70. Ídem.

71. Feliciano Montenegro (1841), p. 171.

72. Antonio Picón (1890), pp. 11-12.

73. Ibídem, p. 12.

74. Luis López Méndez (1992), p. 67.

75. Ibídem, p. 68.

76. Ibídem, p. 70.

77. «Crónica General. Colegio de El Sagrado Corazón». El Áncora. Diario Católico, N° 453, Caracas, 24 de diciembre de 1886.

78. «Discurso». La Opinión Nacional, N° 281, Caracas, 12 de enero de 1870.

79. «El Matrimonio». Crónica Eclesiástica de Venezuela, N° 125, Caracas, 29 de julio de 1857.

80. «De las mujeres». Crónica Eclesiástica de Venezuela, N° 30, Caracas, 3 de octubre de 1855.

81. «La familia». Crónica Eclesiástica de Venezuela, N° 127, Caracas, 12 de agosto de 1857.

82. «De las mujeres en la familia», Crónica Eclesiástica de Venezuela, N° 30, Caracas, 3 de octubre de 1855.

83. Ídem.

84. «Causas del Matrimonio». Crónica Eclesiástica de Venezuela, N° 35. Caracas, 7 de noviembre de 1855.

85. «Fin del matrimonio». Crónica Eclesiástica de Venezuela, N° 35, Caracas. 7 de noviembre de 1855.

86. El Canastillo de Costura (1826), Nº 2, p. 17.

87. Ídem.

88. «Necrología de Sebastiana Echenique». Crónica Eclesiástica de Venezuela, N° 82, 1 de octubre de 1856.

89. «En la muerte de la Señora Pilar Porras de Requena». Crónica Eclesiástica de Venezuela, N° 90. Caracas, 20 de noviembre de 1856.

90. «Necrología». Crónica Eclesiástica de Venezuela, N° 28. Caracas, 19 de septiembre de 1855.

91. «Hersilia Giusseppi Monagas». Crónica Eclesiástica de Venezuela, N° 16. Caracas, 27 de junio de 1855.

92. Alicia Rial Mosquera (1992), Capítulo I.

93. Ídem.

94. AA. Sección Varia. Apud Rial Mosquera (1992).

95. Ibídem, p. 117.

96. «Precioso Lema». La Voz Católica. Bajo el patrocinio de Jesús Sacramentado, Nº 52, Caracas, 28 de marzo de 1900.

97. Para este punto, véase: Antonio Ramón Silva (1922), vols. II y IV. En el capítulo anterior se examinó también el tema a través de los papeles de Lasso de la Vega.

98. «Excomunión para los que no cumplan con la Iglesia, dictada por Monseñor Lasso de la Vega el 14 de enero de 1821». Antonio Ramón Silva (1922). vol. IV, p. 148.

99. Ídem.

100. «Circular de Santiago Hernández Milanés a los curas párrocos y sus tenientes», Mérida, 1 de julio de 1804. Antonio Ramón Silva (1922), vol. II, p. 39.

101. Ídem.

102. Para este punto, véase Elías Pino Iturrieta (1992).

103. AA. Episcopales, Legajo 37. Instructivo sobre matrimonios, Caracas, 20 de junio de 1802.

104. AA. Episcopales, Legajo 39. Carta de don Juan Manuel de Cajigal al Arzobispo de Caracas, Caracas, 25 de abril de 1815.

105. Ídem.

106. Ídem.

107. «La Reforma». Publicación Religiosa. Por varios autores católicos, La Victoria, 1 de octubre de 1881.

108. José del Carmen Manzanares (1887), p. 84.

109. Ibídem, p. 84.

110. Ibídem, p. 52.

111. Colegio San José. «Discurso del Dr. Ezequiel M. González». El Áncora. Diario Católico, N° 451, Caracas. 22 de diciembre de 1886.

112. Ídem.

113. Cecilio Acosta. «Reflexiones políticas y filosóficas sobre la historia de la sociedad desde su principio hasta nosotros». Germán Carrera Damas (1961), p. 6.

114. Eduardo Villarrasa y Emilio Moreno (1871), vol. II, pp. 512-513.

115. AA. Judiciales, Legajo 83, «Notificando del assunto Santéliz». Guanare, 19 marzo de 1802.

116. Ídem.

117. Archivo Parroquial de Boconó, Diócesis de Trujillo, Material sin clasificar, Notas-1804, Convocatoria de Juan y Pedro Solares, pp. 6-7.

118. Ídem.

119. AA. Matrimoniales, Legajo 102, Solicitud de dispensa presentada por don Mariano Luis de Prado, Caracas, 11 de mayo de 1805, fol. l.

120. Ibídem, fol. 1v.

121. AA. Matrimoniales, Legajo 108, Dispensa que pide Juan Arcos, San Mateo, 2 de noviembre de 1806, fol. 1.

122. Ídem.

123. Ibídem, fol. 1v.

124. AA. Matrimoniales, Explicación que pide Dn. Julián Montesinos, Procurador, Caracas, 14 de enero de 1811, fol. 1.

125. Ibídem, fol. 2.

126. AA. Judiciales, Legajo 129, Don Juan Castillo justificando la buena conducta de su mujer, 1805, fols. II v-12.

127. Ibídem, fols. 5-5v.

128. Ibídem, fols. 6v-9.

129. La mayoría de las solicitudes se localiza en la Sección Matrimoniales. También hay unas pocas en la Sección Judiciales.

130. AA. Matrimoniales, Legajo 141, Causa de Divorcio que sigue Doña Ramona Rodríguez, 1800, fol. 1.

131. Ibídem, fol. 1v.

132. Ibídem, fol. 3.

133. Ibídem, fols. 7, 9.

134. AA. Matrimoniales, Legajo 145, Causa de divorcio que sigue Dn. Josepha Meléndcz contra su legítimo marido D. Andrés Cereda, de Barquisimeto, porque la abandona sin manutención, 1812, fol. 1.

135. Ibídem, fol. 3.

136. Ídem.

137. Ibídem., fol. 5.

138. AA. Matrimoniales, Legajo 150. Doña Luisa García, vecina de San Mateo, contra su legítimo marido Dn. Elías García, por unos palos que le ha dado, 1835, fol. 1. 13.

139. Ibídem, fol. 2.

140. Ibídem, fol. 3.

141. Ídem.

142. Ídem.

143. AA. Matrimoniales, Legajo 290, Correspondencia remitida a Mariano, Obispo de Guayana, Caracas, de 4 agosto de 1848.

144. Íbidem. Esquela anexa

145. A. Matrimoniales, Legajo 339, Informe del Pbro. Salustiano Crespo, Discreto Provisor, Vicario General y Gobernador del Arzobispado de Caracas y Venezuela. Caracas, 23 de noviembre de 1881.

146. AA. Matrimoniales, Legajo 328, Rufa Josefa Gil contra José Gregario Castro, vecino de la Villa de La Guaira, por divorcio, 1871, fol. 1v.

147. Ibídem, fol. 6.

148. AA. Judiciales, Legajo 132, año de 1809. En el expediente se transcriben las referidas pautas de Ibarra sobre indumentaria pecaminosa.

149. Ídem.

150. AA. Episcopales, Legajo 41, Carta Pastoral de don Francisco de Ibarra, sobre disolución y vía mundana. Caracas, 29 de octubre de 1803, fol. 205 v.

151. Para este punto, véase Elías Pino Iturrieta (1992).

152. Ídem.

153. Ídem.

154. AA. Episcopales, Legajo 41, Carta Pastoral de Don Francisco de Ibarra…, 1803, fol. 210 v.

155. Citado por Frederique Langue (1992).

156. Ídem.

157. Ídem.

158. Sobre trages indecentes de las mugeres. Instructivo de Rafael Lasso de la Vega, Obispo Electo de Mérida de Maracaibo, 13 de enero de 1816. Antonio Ramón Silva (1922), vol. IV, pp. 20-21.

159. Ibídem, p. 31.

160. AA. Episcopales, Legajo 34, 25 de marzo de 1817. Carta del presbítero Pheliphe Durán.

161. Disposiciones del Sínodo sobre trajes indecentes, 30 de noviembre de 1822. Antonio Ramón Silva (1922), vol. IV, pp. 183-184.

162. AA. Episcopales, Legajo 53, Instrucción sobre la moda femenina. Caracas, 10 de julio de 1863.

163. El Canastillo de Costura, Caracas, Imprenta de Devisme Hermanos, 1826. En la Biblioteca Nacional, Colección Arcaya, se encuentra una serie incompleta de sus fascículos.

164. La Guirnalda. Dedicada a las hermosas venezolanas, Caracas, 1839-1840. Existe una serie completa de esta revista en la Colección Arcaya de la Biblioteca Nacional.

165. Elías Pino Iturrieta y Pedro Enrique Calzadilla (1992), p. 38.

166. Ibídem, p. 237.

167. Antonio Bedmar, «Apología del Catecismo». El Vigilante. Diario Católico. Nº 6, Caracas, 21 de abril de 1890.

168. Publicación Religiosa. Por varios autores católicos, La Victoria, 1 de octubre de 1881.

169. Véase Julio Caro Baroja (1965); Michel Foucault (1986); Juan Pedro Viqueira (1987); Frederique Langue (1991).

170. Frederique Langue (1991).

171. Citado por Frederique Langue (1992), p. 25.

172. Ídem.

173. La Guirnalda. Dedicada a las Hermosas Venezolanas, Nº 1, Caracas, 18 de julio de 1839.

174. Consejero Lisboa (1954), p. 66.

175. Ídem.

176. Elías Pino Iturrieta y Pedro Enrique Calzadilla, (1992), p. 64.

177. Pal Rosti (1968), p. 72.

178. Elías Pino y Pedro Calzadilla. Ibídem, p. 165.

179. Ibídem, p. 237.

180. Ibídem, p. 257.

181. En La Guirnalda, ya referida, abundan noticias sobre este particular. Sucede lo mismo en La Opinión Nacional.

182. Moral importante para ambos sexos. Crónica Eclesiástica de Venezuela. N° 74, Caracas, 6 de agosto de 1856.

183. Ídem.

184. Ídem.

185. Ídem.

186. Crónica General. El Áncora. Diario Católico, Nº 399, Caracas, 19 de octubre de 1886.

187. Peligros de la lectura de las novelas. Crónica Eclesiástica de Venezuela, N° 17. Caracas, 4 de julio de 1855.

188. Ídem.

189. Ídem.

190. Ídem.

191. La mala lectura. El Áncora. Diario Católico, Nº 475, Caracas, 22 de enero de 1887.

192. Información, La Voz Pública, Nº 3.047, Caracas, 18 de enero de 1887.

193. La mala lectura. El Áncora. Diario Católico, Nº 475, Caracas, 22 de enero de 1887.

194. Francisco de Castro (1853), p. 156.

195. Ídem.

196. Ibídem, p. 153.

197. Ibídem, p. 154.

198. Ibídem, p. 156.

199. Ibídem., p. 159.

200. Ibídem., p. 160.

201. AA. Episcopales, Legajo 37. Carta del Arzobispo Francisco Ibarra al Gobernador y Capitán General, Caracas, 21 de enero de 1802.

202. AA. Episcopales, Legajo 37, Oficio del Arzobispo Francisco Ibarra al Reverendo Dean, Caracas, 4 de febrero de 1802.

203. AA. Episcopales, Legajo 37, Carta del Arzobispo Ibarra al Obispo Santiago Hernández Milanés, Caracas, 2 de abril de 1802.

204. Carta Pastoral de Santiago Hernández Milanés, Mérida, 10 de diciembre de 1806. Antonio Ramón Silva (1922), vol. II, p. 101

205. AA. Episcopales, Legajo 37, Correspondencia de Gregario Salas al Fiscal de Obras Pias, Caracas, 12 de mayo de 1805.

206. Carta Pastoral de Rafael Lasso de la Vega, Obispo de Mérida de Maracaibo, Maracaibo, 27 de octubre de 1815. Antonio Ramón Silva (1922), vol. IV, pp. 1112.

207. Ibídem, pp. 12-13.

208. AA. Episcopales, Legajo 38, Carta de Narciso Coll y Prat. Arzobispo de Caracas, al Cardenal de Borbón, noviembre de 1815.

209. Instrucción Pastoral, Mérida, 10 de enero de 1822. Antonio Ramón Silva (1922), vol. IV, p. 159.

210. Carta Pastoral del Obispo de Mérida de Maracaibo, Mérida, 11 de diciembre de 1823. Antonio Ramón Silva (1922), vol. IV, p. 192.

211. Ídem.

212. AA. Episcopales, Legajo 48, Oficio del Arzobispo al Dean. Caracas, 17 noviembre de 1843.

213. Ídem.

214. AA. Episcopales, Legajo 51, Carta del Dr. Juan Hilario Bosset. Obispo de Mérida de Maracaibo, Caracas, 4 de febrero de 1862.

215. Ídem.

216. AA. Episcopales, Legajo 51, Carta del Dr. Juan Hilario Bosset al Arzobispo de Caracas, Mérida, 5 de abril de 1862.

217. AA. Episcopales, Legajo 52, Notas sueltas de Mons. José Antonio Ponte, Caracas, 26 de febrero de 1881.

218. Ídem.

219. Una nómina de las causas por amancebamiento, pecado público y lascivia de sacerdotes es demasiado prolija para insertar ahora. Baste con sugerir un vistazo a las Secciones de Judiciales y Episcopales del Archivo Arquidiocesano. El investigador que las examine pronto localizará más de cien casos diseminados en el carpeterío. así como variadas denuncias que no desembocan en la apertura de procesos. No resulta peregrino pensar, además, en la existencia de otro conjunto de delitos que no fueron denunciados por los feligreses, debido a la presión de los implicados y al respeto que inspiraba la iglesia.

220. AA. Episcopales, Documentos promovidos por el Pbro. Don José Francisco Aponte, cura del pueblo de Altagracia de Orituco. Petición remitida el 5 de noviembre de 1810.

221. Ibídem, folios 5 y vto.

222. Ídem.

223. Ídem.

224. Ibídem, fols. 11 y vto.

225. Ídem.

226. Ídem.

227. Ibídem, Decisión de don Narciso Coll y Prat, Caracas, 2 de noviembre de 1811.

228. Ibídem, fol. 44 y vto.

229. AA. Episcopales, Legajo 38, Representación de don Antonio de León al Obispo, Río del Tocuyo, 8 de marzo de 1811.

230. Ídem.

231. Ídem.

232. Ídem.

233. AA. Episcopales, Legajo 39, Denuncia contra el Pbro. Francisco Milano, Caracas, 11 de diciembre de 1811.

234. Ídem.

235. Ídem.

236. Ídem.

237. AA. Judiciales, Legajo 135. Expediente, contra José Narciso Poleo, cura de la Divina Pastora de Marrones, por estupro, Caracas, abril de 1813.

238. Ídem.

239. Ídem.

240. Ídem.

241. Ídem.

242. Ídem.

243. Ídem.

244. Ídem.

245. Ídem.

246. AA. Episcopales, Legajo 38, Representación de José Luis Serpentéguil contra el Dr. Felipe Páez, Valencia, 2 de octubre de 1814.

247. Ídem.

248. Ídem.

249. Ídem.

250. Ídem.

251. AA. Episcopales, Legajo 38. Representación de don Ramón Maucó contra don Luis de Montesinos, Medio Racionero. Caracas, marzo de 1817.

252. Ídem.

253. Ídem.

254. Ídem.

255. Ídem.

256. Ídem.

257. Ídem.

258. Ídem.

259. Ídem.

260. Ídem.

261. AA. Judiciales, Legajo 150. Contra el Presbítero José Silvestre Durán, cura propio de la parroquia de Sanare, por su mala conducta ministerial y la vida inmoral que observa. Caracas, 1867.

262. Ídem.

263. Ídem.